A raíz del feminicidio vivido en Manresa la semana pasada, queríamos informar sobre las graves consecuencias a nivel psicológico que sufren los y las familiares y personas cercanas de las víctimas de violencia o abuso, y violencia de género como en este caso. Así como facilitar pautas e información específica sobre los tipos de técnicas o abordajes más adecuados en estos casos.

Vivencia traumática: definición y síntomas

La violencia de género implica un riesgo contra la vida de las personas que la sufren. Una agresión física puede suponer un atentado grave contra la integridad de la persona o, incluso, la muerte. En estos casos, los y las psicólogas nos encontramos en uno de los peores escenarios; una vivencia traumática grave, ya que la supervivencia de la persona está en riesgo, lo que deriva en una situación de estrés post-traumático. 

En cuanto a los y las niños y jóvenes, el hecho de experimentar violencia intrafamiliar, los y las expone a una situación de desamparo en el que hay un riesgo grave a su integridad física y psíquica, lo que inevitablemente supone un agravante de la vivencia o acontecimiento traumático.

Estos acontecimientos traumáticos se pueden reexperimentar de diversas maneras como a través de recuerdos intrusivos, pesadillas, estados disociativos, ansiedad, mucho malestar psicológico… Las personas que han sufrido una vivencia traumática pueden hacer muchos esfuerzos por evitar hablar del tema, o evitar actividades, lugares y objetos relacionados con el acontecimiento traumático que pueden despertar pensamientos, recuerdos y emociones.

En el caso de los y las menores, pueden experimentar especialmente pesadillas, ansiedad, somatizaciones como dolor de barriga o de cabeza, juegos que representan acontecimientos relacionados con el trauma, expresiones de rabia, mucho miedo o culpa, así como también pueden mostrarse hipervigilantes, exaltarse fácilmente, y presentar dificultades en el sueño o problemas para prestar atención y concentrarse.

Abordaje terapéutico

El abordaje terapéutico en estos casos implica en una fase inicial, un fuerte acompañamiento de las víctimas para construir un vínculo y un espacio de seguridad y confidencialidad en el que poder expresar miedos e inseguridades normales en casos de violencia o abuso.

En el caso de que esté presente la pérdida, será muy importante empezar trabajando el duelo de la persona asesinada. Explicar a los familiares el proceso natural frente a una pérdida (podéis leer más información sobre cómo afrontar una pérdida y su proceso de duelo en el siguiente artículo de nuestro blog: (https://psicosalutmanresa.com/es/perdida-duelo-es/ ). 

También será fundamental psicoeducar a los usuarios y usuarias sobre las dinámicas familiares que se construyen en casos de violencia intrafamiliar, los roles y personalidades de los miembros de la unidad familiar para descubrir comportamientos dominantes y conductas de maltrato que en ocasiones se pueden normalizar.

Será crucial en el proceso, fomentar una sana expresión emocional, normalizando sentimientos de culpa, vergüenza y miedo, que frecuentemente aparecen en las víctimas de violencia, sintiendo que ellos o ellas pueden ser los y las causantes de la situación vivida. Paralelamente se trabaja su educación emocional, siendo vital fomentar una autoestima sana, a través de un proceso de autoconocimiento y empoderamiento personal.

Para, finalmente, dotarlos y dotarlas de estrategias de afrontamiento para sentir que disponen de los recursos necesarios para gestionar satisfactoriamente situaciones de posible maltrato en un futuro.

EMDR: terapia específica para vivencias traumáticas

Des de PsicoSalut Manresa, todos y todas las terapeutas disponemos de la formación en un abordaje específico para el trauma llamado EMDR (podeis leer más información sobre qué consiste este tipo de terápia en el siguiente enlace a nuestra web: https://psicosalutmanresa.com/es/tarifas/terapia-emdr/ ).

En términos generales, el EMDR facilita abordar la intensa sintomatología asociada a la vivencia traumática así como las fuertes creencias negativas, mediante la activación del sistema de procesamiento innato de nuestro cerebro. En muy pocas sesiones, conseguimos resolver el trauma eliminando el malestar y facilitando asimilar de forma sana las creencias derivadas de la situación vivida.

Este abordaje es aplicable a menores con ciertas adaptaciones y teniendo en cuenta otras terapias y abordajes de la psicología clínica infantil y juvenil.

Esperamos que la información que hemos compartido con vosotros y vosotras os ayude a entender mejor las situaciones de violencia y si creeis que estais viviendo una situación de este tipo, no dudeis en llamar a los teléfonos de asistencia (016 teléfono de atención a las víctimas de violencia de género), así como contactarnos si buscáis ayuda para superar las dificultades a nivel psicológico, ya que desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados y encantadas de poderos acompañar.

Tania Saez  y Marta Farré

Num. Colegiadas 25.631 | 23.251

Seguramente has escuchado hablar del Mindfulness, o como mínimo te sonará la palabra. Esta práctica se ha extendido ampliamente durante los últimos años, y cada vez son más las personas que la incluyen en su rutina diaria.

El Mindfulness está basado en la meditación budista, una tradición que cuenta con más de 2500 años de historia. Etimológicamente, el término Mindfulness es la traducción inglesa de la palabra “Sati” del lenguaje Pali, que se refiere al presente, la atención y la conciencia. En castellano, podríamos traducir el término Mindfulness a: conciencia plena o atención plena. Esta técnica pretende fomentar la atención en los estímulos internos y externos del momento presente, con una actitud de aceptación, curiosidad y sin juicios.

El precursor de esta técnica es el profesor de medicina Jon Kabat-Zinn, quién hizo una adaptación de la meditación budista, excluyendo los componentes religiosos, y propició su expansión por el mundo occidental. Este llevaba más de una década practicando la meditación, cuando el 1979 decidió realizar una investigación en un contexto clínico en la Universidad de Massachusetts para documentar los efectos de la práctica, a través de un programa de 8 semanas de duración denominado: Mindfulness Based Stress Reduction (reducción del estrés basada en la atención plena), que iba dirigido a personas que sufrían de estrés y síntomas somáticos. Se obtuvieron muy buenos resultados, y en 1982 se publicó el primer artículo científico donde se demostraba la efectividad de la práctica. A partir de este momento, el Mindfulness fue ganando reconocimiento y se expandió progresivamente, propiciando así nuevas investigaciones que han permitido corroborar los diferentes beneficios que aporta.

¿Cuáles son los beneficios del Mindfulness?

La atención plena nos ayuda a conectar con nuestro yo interior, permitiéndonos entrar en contacto con las emociones, actitudes y pensamientos, y reaccionar así de forma más consciente a las circunstancias de nuestro día a día. Son numerosos los estudios que corroboran esta afirmación, y en este artículo querríamos destacar algunos de los hallazgos más relevantes:

  • Meditar cambia literalmente nuestro cerebro

Un estudio publicado por la revista Psychiatry Research Neuroimaging, demuestra que las personas que practican Mindfulness 30 minutos en el día durante 8 semanas, ganan densidad de sustancia gris en el hipocampo, estructura relacionada con la memoria, el aprendizaje, el dolor y las emociones. (Hölzel et al. 2011)

  • Reduce el estrés y la ansiedad

Se ha comprobado que la práctica permite disminuir los niveles de Cortisol, la hormona del estrés (Hoffman et al. 2010), reduce la rumiación del pensamiento y los estados afectivos negativos (Chambers et al. 2008) y ayuda a gestionar mejor la ansiedad y los síntomas físicos asociados (Farb et al. 2010).

  • Disminuye el riesgo de depresión

Según un estudio de la Universidad de Lovaina, enseñar a adolescentes a practicar la atención plena a través de un programa escolar, permitió que estos experimentaran menos síntomas depresivos (Raes et al. 2013). Una investigación llevada a cabo por la universidad de Michigan con mujeres con riesgo psiquiátrico, sostiene que la práctica del Yoga Mindfulness puede aportar sensaciones positivas y de control en las futuras mamás, y prevenir así los síntomas de la depresión (Muzik et al. 2012).

  • Mejora la concentración y la memoria de trabajo

Uno de los beneficios más lógicos que nos aporta el Mindfulness es una mejora en la capacidad de focalizar nuestra atención y la concentración. Un estudio de Moore y Malionski del 2009, concluyó que la práctica de la atención plena promueve la flexibilidad cognitiva y facilita el funcionamiento atencional, además de facilitarnos ignorar los estímulos distractores. También se llevó a cabo un estudio con un grupo de militares, que después de participar en un programa de 8 semanas, obtuvieron mejoras en su memoria de trabajo en comparación con aquellos compañeros que no participaron (Jha et al. 2010).

  • Facilita el sueño

Diferentes estudios nos muestran que aquellos quienes meditan con regularidad, muestran una activación cortical menor durante la noche, cosa que facilita el descanso nocturno. Un estudio de Carlson y Garland de 2005 con pacientes de cáncer, demostró que después de participar en un programa basado Mindfulness, los participantes reportaron mejor calidad del sueño. Otra investigación relevante al respeto, es la de Black et al. (2015), que argumenta que aquellas personas con insomnio que utilizan prácticas basadas en atención plena, obtienen mejores resultados que las que solo han formado parte de un programa educativo sobre higiene del sueño.

  • Potencia la inteligencia emocional

El elemento de autoconocimiento que nos aporta esta técnica, nos permite abrirnos a las emociones y hacer un proceso de introspección saludable, generando así una mayor autoconciencia. El Mindfulness también pone mucho énfasis en la autocompasión, una actitud muy valiosa por nuestro crecimiento emocional. Un estudio de la universidad de Toronto, nos muestra que las personas que lo practican con frecuencia, tienen más facilidad para gestionar las emociones (Ortner et al. 2007). En cuanto a procesos neurológicos, se ha observado que quién medita, necesita menos recursos biológicos para atenuar la activación emocional (Lutz et al. 2014).

Ejercicio de iniciación al Mindfulness

Conocer los orígenes y los beneficios del Mindfulness está muy bien, pero si te gustaría experimentarlo directamente, es hora de ponerlo en práctica. Te proponemos un ejercicio de introducción al Mindfulness muy simple:

  1. Dirígete en una habitación donde dispongas de una silla y puedas estar a solas durante unos instantes. Coge tu móvil, ponlo en modo avión y prepara la alarma porque suene al cabo de 5 minutos.
  2. Cierra los ojos y haz 3 respiraciones profundas. Una vez hecho esto, tienes que focalizar tu atención en los sonidos que te rodean. Incluso en el supuesto de que no haya ningún ruido proveniente del exterior, si escuchas con atención, encontrarás sonidos de los cuales quizás no eras consciente. Esta tarea será la que tendrás que llevar a cabo durante 5 minutos.
  3. Mientras haces esfuerzos para mantener tu atención focalizada, irán apareciendo pensamientos de forma automática. Cuando esto pase, no te frustres, no se trata de eliminarlos (¡esto de dejar la mente en blanco es un mito!), simplemente observa estos pensamientos durante unos instantes, no te dejes llevar por estos y vuelve a redirigir tu atención hacia los sonidos que te rodean. Repítelo las veces que haga falta durante estos 5 minutos, con paciencia.
  4. Una vez suene la alarma, abre los ojos lentamente y dedica unos instantes a la experiencia. ¿Cómo te has sentido?

Esperamos que te haya gustado el artículo y que hayas podido hacer un primer contacto con lo Mindfulness. Si quieres conocer más sobre esta técnica o tienes cualquier duda al respecto, desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudarte.

Oriol Carbonell

Número de Colegiado 26.324

Referencias:

Black, D. S., O’Reilly, G. A., Olmstead, R., Breen, E. C., & Irwin, M. R. (2015). Mindfulness Meditation and Improvement in Sleep Quality and Daytime Impairment Among Older Adults With Sleep Disturbances. JAMA Internal Medicine, 175(4), 494. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2014.8081

Carlson, L. E., & Garland, S. N. (2005). Impact of mindfulness-based stress reduction (MBSR) on sleep, mood, stress and fatigue symptoms in cancer outpatients. International Journal of Behavioral Medicine, 12(4), 278–285. https://doi.org/10.1207/s15327558ijbm1204_9

Chambers, R., Lo, B. C. Y., & Allen, N. B. (2007). The Impact of Intensive Mindfulness Training on Attentional Control, Cognitive Style, and Affect. Cognitive Therapy and Research, 32(3), 303–322. https://doi.org/10.1007/s10608-007-9119-0

Farb, N. A. S., Anderson, A. K., Mayberg, H., Bean, J., McKeon, D., & Segal, Z. V. (2010). Minding one’s emotions: Mindfulness training alters the neural expression of sadness. Emotion, 10(1), 25–33. https://doi.org/10.1037/a0017151

Hoffman, C. J., Ersser, S. J., Hopkinson, J. B., Nicholls, P. G., Harrington, J. E., & Thomas, P. W. (2012). Effectiveness of Mindfulness-Based Stress Reduction in Mood, Breast- and Endocrine-Related Quality of Life, and Well-Being in Stage 0 to III Breast Cancer: A Randomized, Controlled Trial. Journal of Clinical Oncology, 30(12), 1335–1342. https://doi.org/10.1200/jco.2010.34.0331

Hölzel, B. K., Carmody, J., Vangel, M., Congleton, C., Yerramsetti, S. M., Gard, T., & Lazar, S. W. (2011). Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Research: Neuroimaging, 191(1), 36–43. https://doi.org/10.1016/j.pscychresns.2010.08.006

Jha, A. P., Stanley, E. A., Kiyonaga, A., Wong, L., & Gelfand, L. (2010). Examining the protective effects of mindfulness training on working memory capacity and affective experience. Emotion, 10(1), 54–64. https://doi.org/10.1037/a0018438

Lutz, J., Herwig, U., Opialla, S., Hittmeyer, A., Jäncke, L., Rufer, M., … Brühl, A. B. (2013). Mindfulness and emotion regulation—an fMRI study. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 9(6), 776–785. https://doi.org/10.1093/scan/nst043

Moore, A., & Malinowski, P. (2009). Meditation, mindfulness and cognitive flexibility. Consciousness and Cognition, 18(1), 176–186. https://doi.org/10.1016/j.concog.2008.12.008

Muzik, M., Hamilton, S. E., Lisa Rosenblum, K., Waxler, E., & Hadi, Z. (2012). Mindfulness yoga during pregnancy for psychiatrically at-risk women: Preliminary results from a pilot feasibility study. Complementary Therapies in Clinical Practice, 18(4), 235–240. https://doi.org/10.1016/j.ctcp.2012.06.006

Ortner, C. N. M., Kilner, S. J., & Zelazo, P. D. (2007). Mindfulness meditation and reduced emotional interference on a cognitive task. Motivation and Emotion, 31(4), 271–283. https://doi.org/10.1007/s11031-007-9076-7

Raes, F., Griffith, J. W., Van der Gucht, K., & Williams, J. M. G. (2013). School-Based Prevention and Reduction of Depression in Adolescents: a Cluster-Randomized Controlled Trial of a Mindfulness Group Program. Mindfulness, 5(5), 477–486. https://doi.org/10.1007/s12671-013-0202-1

 

Bienvenidas y bienvenidos una semana más al blog de PsicoSalut Manresa.

En esta entrada hablaremos sobre algunas recomendaciones para acompañar las niñas y los niños en la vivencia del miedo que pueden sentir por el retorno a la normalidad después de la crisis del covid-19.

El miedo es una emoción que podemos sentir en cualquier momento de nuestra vida, pero la vivencia y gestión de esta requiere más acompañamiento cuando somos pequeños y estamos aprendiendo habilidades como el conocimiento de las emociones y la regulación de estas.

El miedo en sí es una emoción que, a pesar de que nos genera malestar, es muy valiosa; puesto que es la emoción que nos paraliza ante un posible peligro. Pero, ¿y si este posible peligro no es real o lo tenemos que afrontar?

Estos días de retorno progresivo a la normalidad, puede aparecer miedo a salir a la calle por ser contagiados, caer enfermos… porque es el miedo que los niños han ido escuchando y viviendo durante las últimas semanas, miedo a que los padres salgan de casa a trabajar, miedo a ir a pasear… ¿que podemos hacer para acompañarlos?

1. Primero, aceptar y validar su miedo, ya que es totalmente natural dada la situación que estamos viviendo, y podemos explicar que este miedo tiene una gran función: protegernos. Pero, para protegernos, también tenemos otros métodos como el uso de mascarillas, de guantes, no ir a los parques, no acercarnos a menos de 2 metros a otras personas, etc. y por lo tanto, la prevención y protección la podemos tener a pesar de salir de casa.

2. También podemos mostrarles modelos, es decir, otras personas que hacen aquello que nosotros queremos conseguir. Un gran ejemplo sería mostrar otros niños que salen, otras personas adultas que van con niños protegidos… sin compararlos con estas personas; es decir, intentamos evitar frases como “¡ves, aquel/a niño/a no tiene miedo!” puesto que estariamos despreciando y trivializando sus emociones y vivencias, y esto generará más malestar y una mala gestión (represión) de sus emociones.

3. Por último, es recomendable ofrecer y negociar, del tal forma que sea el niño quien se vea capaz de llevar el paso de afrontar su miedo. Es cierto que hasta los 7 o 8 años, somos los adultos los que tenemos la responsabilidad de tomar las mejores decisiones para nuestros hijos e hijas, teniendo en cuenta que somos los capacitados para tomar las decisiones correctas. Pero puede ser muy positivo hacerlos partícipes de estas con, por ejemplo, ofrecerles acompañar el padre o la madre a comprar unos minutos en vez de obligarlos a salir durante la hora de paseo.

Finalmente y para complementar estas recomendaciones, os queremos presentar una pequeña técnica de respiración que nos ayuda a rebajar ciertos niveles de angustia o desazón.

  1. En una hoja o en nuestra imaginación, dibujamos el símbolo del infinito con dos puntos, uno a cada lado.
  2. Con el dedo (si tenemos un dibujo) o imaginandolo, cogemos aire desde el punto izquierdo de nuestro infinito y hasta el punto derecho.
  3. Soltamos el aire desde el punto derecho del infinito y acabando de repasar la figura hasta el punto izquierdo.
  4. Este dibujo con la respiración se va repitiendo de forma cada vez más lenta y pausada, siendo más consciente de nuestra respiración.
  5. El objetivo es acabar resiguiendo nuestro infinito entre 6 y 10 segundos; es decir, entre 3 y 5 segundos cogiendo aire, y 3 y 5 segundos para soltarlo.

Esta práctica nos ayuda a ser más conscientes y a rebajar nuestra respiración para generar calma y bienestar.

Esperamos que la información que hemos compartido con vosotros y los ejercicios propuestos os ayuden a abordar los miedos de los más pequeños y desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de poderos ayudar.

Tania Saez

Núm. colegiada 25.631

Habitualmente, en una primera visita, los pacientes lleguen con una alta preocupación por saber qué es lo que se les pasa. No es una novedad que, a pesar de que la psicología cada día está más presente en nuestra educación, se ha avanzado muy poco en el trabajo de autoconocimiento y educación emocional. ¿Y esto qué implica? Implica incertidumbre y desconocimiento sobre el funcionamiento humano, lo que genera malentendidos y sufrimiento. Si no sé qué es lo que me pasa, porque nunca se me ha explicado cómo funciona la mente humana o mis emociones, ni tampoco se me han dado herramientas para gestionarlo, ¿que se supone que tengo que hacer cuando siento malestar? Si además le sumamos la estigmatización de la salud mental, que nos acaba llevando a no solucionar nuestros problemas psicológicos hasta que estamos al límite, llevamos la salud de nuestra sociedad al abismo.

Es por este motivo, que nos hemos propuesto ayudaros a entender cual ha sido vuestra historia personal y como vuestras vivencias os han llevado a sentiros y a sufrir de una manera concreta. También os propondremos ejercicios que os ayuden a identificar vuestros traumas, y a resolver el malestar que hoy en día todavía os generen.

Algunas nociones básicas sobre el aprendizaje humano

· Primeros años de vida: desarrollo y vínculo

Desde el momento de nuestro nacimiento (y mucho antes desde el útero de la madre), los humanos captamos infinidad de estímulos que almacenamos como información importante que nos ayudará a entender y movernos por el mundo.

El dicho de «los niños son como esponjas» tiene un gran sentido, puesto que los primeros años de vida serán de vital importancia en el desarrollo de nuestra salud mental. Si pensamos, por ejemplo, en los 3 primeros años de vida, los niños y niñas aprenden a andar, a hablar, interactuar con su entorno y gestión emocional, lo que implica que en solo tres años, el cerebro recoge y recuerda información vital para nuestro desarrollo. Por lo tanto, ¿hay alguien que todavía duda de que la información que aprendemos en esta etapa tendrá una gran influencia por siempre jamás más en nuestras vidas? Podríamos decir que los primeros años de vida son los cimientos de nuestra personalidad, y supondrán un papel principal.

A la par de nuestro desarrollo individual tiene lugar nuestro desarrollo social. Os introducimos el concepto del vínculo. ¿Y qué es el vínculo? El vínculo se define como la relación afectiva que establecemos con nuestros cuidadores durante la infancia, habitualmente padres y madres. Un vínculo sano se define como aquella relación que se basa en el equilibrio entre la protección, seguridad y regulación que nos pueden ofrecer los cuidadores, y la oportunidad de explorar nuestro entorno sin grandes restricciones. Es decir, un vínculo sano supone la posibilidad que nuestros cuidadores nos dejen interaccionar con el entorno (tocar cosas, probar cosas nuevas, alejarnos, observar, etc.) pero con la seguridad que si nos pasa algo y nos asustamos, ellos estarán para consolarnos y facilitarnos un entorno seguro. Es complicado mantener un vínculo sano constantemente, porque a menudo como cuidadores tendemos a la sobreprotección o a la laxitud, lo que puede generar lo que se denomina un vínculo ansioso o evitativo. El peor de los casos es el que se llama vínculo desorganizado que implica una negligencia en el cuidado de los niños (abandono, maltrato). Para entender mejor el vínculo, os recomendamos leer el siguiente artículo que habla en detalle de la importancia del primer vínculo.

· Recuerdos y supervivencia

Estamos programados para sobrevivir. Todo nuestro sistema, físico y psicológico, se esfuerza para mantenernos con vida. Nuestro cerebro categoriza y almacena, como sí de una base de datos se tratara, la información extraída de nuestras vivencias según nivel de importancia para nuestra supervivencia, y es por este motivo que prioriza las vivencias negativas frente a las vivencias positivas. Una vivencia negativa implica un riesgo para la supervivencia; una mala caída en un lugar concreto, perder el trabajo y no tener dinero para pagar las cosas, quedarnos solos y no socializar. Esta prioridad por situaciones negativas, implica una hipersensibilidad a todo aquello relacionado con aquella experiencia (lugar, hora, personas implicadas, detonantes, consecuencias posteriores, etc.), lo que supone que durante años podamos ver nuestra conducta influenciada por aquella vivencia y sin ser del todo conscientes. Por ejemplo, pensad en un lugar donde os hicieráis daño, ¿os habéis dado cuenta que muchas veces al pasar por aquel lugar os viene el recuerdo a la cabeza, o la emoción que sentisteis en aquel momento? Instantes antes no lo estabáis pensando, ni habéis hecho nada para detonarlo, pero vuestro cerebro os pone alerta y os recuerda que aquella situación, un día, os puso en peligro.

Ejercicios para descubrir vuestro propio aprendizaje

Os proponemos varios ejercicios que os ayudarán a conocer mejor cuál es vuestra historia.

· Dibujad vuestra línea de la vida: Primero, coged una hoja, posicionadla en horizontal y dibujad una flecha que vaya de punta a punta. Al extremo izquierdo (donde empieza la flecha) posad un cero y será el inicio de vuestra vida. A partir de aquí vayáis anotando las situaciones que os proponemos a continuación de forma cronológica (de más antiguo además reciente).
· Cómo fue vuestro vínculo (primeros años de vida): Diríais que vuestro vínculo fue sano, a pesar de que en ciertos momentos vuestros cuidadores pudieran ser sobreprotectores o aunque en momentos sintierais que no os protegían suficiente. ¿Diríais que tuvisteis un vínculo sobreprotector? ¿O por el contrario sentís que vuestro vínculo fue evitador puesto que vuestros cuidadores trabajaban mucho, pasaban muchas horas fuera o tenían una manera de hacer fría y poco cariñosa? ¿O recordáis vivencias de abuso, maltrato y abandono por parte de vuestros cuidadores?
· Momentos vitales importantes: pensad en 4 o 5 momentos de vuestra vida que os han marcado de forma negativa. Recuerdos que fácilmente os vienen a la cabeza cuando pensáis en las peores experiencias de vuestra vida. Pueden ser desde situaciones más críticas, como accidentes, dolencias, pérdidas, abusos o catástrofes; o vivencias que os han marcado a pesar de no ser tan críticas, como por ejemplo, rupturas, perder el trabajo, discusiones o decepciones con personas próximas, dificultades económicas, etc.

Añadid a cada situación, qué emoción predomina actualmente cuando lo recordáis y qué creencia os viene al pensar en aquella vivencia. Por ejemplo, si hace años sufrí un accidente, la emoción que actualmente aparece cuando pienso en ello es el miedo y la creencia que me provoca es «pude morir y esto me hace pensar en la fragilidad de mi vida».

· Una vez anotado todo a vuestra línea de la vida, estudiadla un rato con atención. Conectad con las distintas vivencias, como si mirarais una película. Finalmente, pensad en si actualmente, alguna de estas situaciones os siguen afectando. Por ejemplo, tenéis muchos miedos y a menudo os viene a la mente aquello que os decían vuestros padres («vigila con esto que te puedes hacer daño»,»no hagas aquello»), o conducís despacio y os invade la angustia cuando pasáis por la zona donde tuvisteis aquel accidente de tráfico, o pensáis que no sois lo suficientemente buenos en el trabajo y os resuena la idea «nunca llegarás en ninguna parte» y resulta que os lo dijo alguien importante para vosotros años atrás. Bienvenidos a vuestra historia personal.

· Aceptar que lo que vuestra historia explica os ha hecho quién sois hoy, en lo bueno y en lo malo. Nadie se vuelve loco, sino que cada uno de vuestros actos o sentimientos, tiene una razón de ser.

Llegado este punto, tenéis que valorar el nivel de interferencia y malestar que esto sigue teniendo en vuestras vidas. Minimizarlo no os ayudará a superarlo, sino que es cómo aquello que dicen «de barrer bajo la alfombra». Tarde o temprano, saldrá. ¿Quizás ha llegado el momento de ponerse en manos de un profesional que os ayude a curar la herida de una vez por todas?

Esperamos que la información que hemos compartido con vosotros y los ejercicios propuestos os ayuden a entender mejor vuestra historia, y si creéis que hay cosas a trabajar, en PsicoSalut Manresa estaremos encantados de daros una atención personalizada para guiaros en este proceso.

Marta Farré

Num. Col·legiat 23.251

La situación que estamos viviendo durante las últimas semanas no está siendo para nada fácil. Se nos ha pedido responsabilidad y en general lo estamos haciendo todo lo bien que podemos, siguiendo las indicaciones del estado y quedándonos a casa. Des de PsicoSalut Manresa queremos darte ánimos y reconocer el esfuerzo que estás haciendo. El confinamiento ha hecho salir a la superficie una serie de emociones en muchos de nosotros: confusión, miedo, tristeza, rabia, frustración, preocupación… No te tienes que sentir mal por el hecho de estar experimentándolas, tienen sentido.

La parte positiva de todo esto, es que las circunstancias nos están permitiendo valorar detalles que, hasta ahora, no teníamos en mucha consideración: un abrazo, quedar para tomar un café, un paseo por el bosque, las comidas con la familia… ¿No son estos pequeños placeres los que nos llenan? Seguramente, si no estuviéramos pasando por una situación como esta, seguiríamos prestando poca atención a las pequeñas cosas de la vida, hasta el punto de casi despreciarlas. El COVID-19 no nos ha dado otra opción que parar, pero esto también nos ha permitido situarnos, mirar el mundo con otros ojos y valorar las necesidades que tenemos como sociedad.

En el ámbito personal, pasa un poco el mismo. A veces necesitamos pasar por momentos difíciles para crecer. Como humanos, tenemos la opción de parar para observarnos, evaluar cómo estamos y qué necesitamos. El artículo de hoy va dedicado a esta necesidad de tomar conciencia y hacer un proceso de introspección.

¿Emociones negativas?

Las emociones son respuestas psicofisiológicas universales e innatas, automáticas, espontáneas y transitorias, que nos permiten regularnos y adaptarnos a nuestro entorno. TODAS tienen su función, de hecho, si nos han acompañado hasta el día de hoy es porque nos han permitido evolucionar como especie. Por lo tanto, no sería demasiado adecuado etiquetarlas como positivas o negativas, aunque no podemos negar que hay de agradables y desagradables.

En el mundo frenético en el cual vivimos, parece que no tengamos tiempo para sentir, y ya ni hablar de experimentar malestar. Cuando las emociones son desagradables, preferimos mirar hacia otro lado o distraernos de alguna manera para esquivarlas. El problema es que si apartamos la mirada ante las emociones que nos provocan incomodidad, nos perdemos su mensaje.

Además, se ha demostrado que las estrategias de evitación, rechazo y supresión emocional son contraproducentes, hasta el punto de generar un efecto contrario al que se busca: intensifican la experiencia emocional desagradable en vez de reducirla (Hervás, 2011; Dalgleish, Yiend, Schweizery Dunn, 2009). Si al dolor que nos provoca esta emoción, le sumamos nuestra resistencia, el resultado que obtenemos es sufrimiento. Acabamos malgastando la energía al evitar el malestar, en vez de aprovecharla para encaminar la situación y buscar soluciones.

¿Cómo podemos gestionar las emociones de manera saludable?

Si evitar aquellas emociones que nos generan malestar no es la solución, ¿Qué nos queda? En este artículo te proponemos una manera diferente de relacionarte con el malestar. Un enfoque para afrontar las emociones desagradables basado en la aceptación, que te puede ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva y a tomar acciones basadas en aquello que sientes. La idea no es cambiar ni controlar las emociones desagradables, la intención es modificar la relación que tenemos con ellas. A continuación, te dejamos 4 sencillos pasos para hacerlo, que podrás aplicar cuando se presente una emoción difícil:

1.Lo primero es mostrarse dispuesto/a a sentir. Es importante darse permiso para experimentar esta emoción, dejarle un espacio porque se exprese en el aquí y ahora.

Cuando sientas que estás experimentando una emoción desagradable, hazte esta pregunta: ¿Estoy oponiendo resistencia? Deja de hacer aquello que estés haciendo, busca un lugar tranquilo, haz unas respiraciones profundas y déjate experimentar plenamente la emoción. Una vez hecho esto, toca observarla, distinguirla y comprenderla.

Se trata de mirar aquello que está pasando de forma objetiva, que lo explores con curiosidad, pero sin identificarte en exceso. Busca el equilibrio, no hay que ignorar la emoción, pero tampoco nos tenemos que dejar llevar por esta. Recuerda que tú no eres esta emoción y que tampoco será eterna. Dedícale el tiempo necesario para etiquetarla y poder entender la razón por la cual está aquí.

Pregúntate:

    • ¿En qué parte del cuerpo siento la emoción? ¿Cómo la siento?
    • ¿Qué nombre tendría por mí esto que estoy sintiendo (rabia, miedo, culpa…)?
    • ¿Qué la ha desencadenado? ¿Por qué me siento así?

2.Después, se trata de ver qué es el que te está pidiendo la emoción, y que puedes hacer para liberarla de forma que tenga una influencia positiva para ti y tu entorno.

Estas preguntes te pueden ayudar:

  • ¿Si esta emoción pudiese hablar, qué me diría? ¿Qué querría de mí?
  • ¿Cómo puedo dejarla ir de forma saludable? ¿Tengo que llevar a cabo alguna acción?

Si después de los 3 pasos anteriores todavía tienes dificultades para soltar esta emoción, te puedes preguntar:

  • ¿Qué puedo hacer para relacionarme mejor con esto que estoy sentido? ¿Cómo puedo expresarlo?

Aquí van algunas recomendaciones:

  • Hablar de tus emociones con personas cercanas y de confianza: Te permitirá sentirte apoyado/a, obtener otros puntos de vista y exteriorizarlo.
  • Liberar tensiones a través del deporte: Hay momentos que las emociones nos sobrepasan. Hacer actividad física te puede ayudar a bajar el nivel de activación, y posteriormente, observar aquello que sientes de forma más serena y objetiva.
  • Expresarlas a través del arte: ¿Qué hacemos con aquellas emociones que no podamos o no sabemos expresar? Escribir, dibujar, la música… Pueden ser la respuesta para canalizar el malestar.
  • Practica la meditación: El Mindfulness puede ser una muy buena opción para generar esta distancia saludable con las emociones. Encontrarás multitud de meditaciones guiadas a Youtube o aplicaciones dedicadas exclusivamente a esta técnica.

Esperamos que puedas aplicar estos pasos y te ayuden. Si todo y los consejos todavía tienes dificultades para la gestión emocional, desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de darte una atención personalizada para guiarte en este proceso.

Para terminar, me gustaría compartir una cita de Viktor E. Frankl:

Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad.

Oriol Carbonell

Num. Col·legiat 26.324

Referències

Dalgleish, T., Yiend, J., Schweizer, S., & Dunn, B. D. (2009). Ironic effects of emotion

suppression when recounting distressing memories. Emotion, 9(5), 744e749.

Hervás, G. (2011). Psicopatología de la regulación emocional: el papel de los déficit

emocionales en los trastornos clínicos. Behavioral Psychology/Psicología Conductual,

19, 347-372.

El tema de las últimas semanas no puede ser otro que el coronavirus. Todo nos lo recuerda. Las noticias, los anuncios, nulo contacto social, poco movimiento por las calles, y salidas maratonianas a comprar. Todos estamos angustiados por la incertidumbre de saber cómo evolucionará todo, y sobre todo el tiempo y las consecuencias que nos dejará una situación como esta. Son sentimientos normales y los tenemos que poder aceptar, pero sin dejarse llevar por estas emociones negativas.

Es por ello que os proponemos poder sacar algo positivo de esta situación. Y aprovechar el tiempo que el confinamiento nos ofrece, para trabajar todos aquellos propósitos y objetivos que año tras año vamos acumulando y nos excusamos diciendo: «no tengo tiempo».

¡Así que vamos! Ánimo y seguid las estrategias que os ofrecemos para alcanzar (ahora sí) vuestros propósitos:

  1. Listad entre 3 y 5 propósitos: uno de los errores más comunes es inundarnos a propósitos. Esto nos provoca una saturación y acaba resultando en que no empezamos ni por un propósito ni por otro. Vuestros propósitos deben ser concretos y estar bien definidos. Por ejemplo, «quiero ser mejor persona» no es un propósito bien definido, porque, ¿qué significa ser buena persona para cada uno de vosotros? Para alguien querrá decir ser más generoso, para otros tener más paciencia … Un objetivo bien definido sería, «quiero aprender a ser más paciente con mi pareja». Una vez lo tengáis, anotadlo en algún lugar donde sea visible.
  2. Priorizar: no todos los propósitos serán tan asequibles o necesarios, por tanto, ordenad vuestra lista de propósitos de más prioritarios a menos prioritarios. El primer propósito con el que empezaréis será aquel que creéis que más os puede aportar ahora o lo que más fácil os será de conseguir. El objetivo es que consigáis este primer propósito porque esto mantendrá vuestro ánimo arriba y os reforzará para continuar avanzando.
  3. Desglosad cada propósito en pequeños pasos: cuando no conseguimos alcanzar un objetivo suele ser por desmotivación al encontrarlo demasiado difícil y que implica demasiado tiempo. Siempre es mucho mejor dividir nuestros objetivos en pequeños objetivos. Por ejemplo, no es lo mismo proponerse «ordenar toda la habitación» que «empezar ordenando un armario». De nuevo, dividiendo en pequeños pasos vuestro propósito, conseguiréis cumplir el objetivo y sentiros motivados y realizados para seguir cumpliendo más.
  4. Daos tiempo: tener prisa nunca es bueno. Por ello estableced un tiempo realista para conseguir vuestro objetivo. ¿Y cuanto tiempo es razonable? Pues depende. Cada uno tendrá el suyo, porque todos sabemos qué nos cuesta más o menos, si nos cansamos físicamente más o menos, si tenemos más o menos responsabilidades … Sólo os diremos que trabajar un objetivo con menos de una semana, es ser poco realista.
  5. Mejorad vuestra estrategia: durante el transcurso de alcanzar un objetivo, pueden salir imprevistos. Repensar algo y mejorarlo no es un fracaso, es un éxito, porque cada vez estaréis más cerca de vuestro objetivo. Si algo falla, pensad en cómo mejorarlo.
  6. Buscad alguna motivación para lograr vuestro propósito: pensad en algo que os motive para conseguir vuestro propósito. Pensad en vuestra vida cuando lo hayáis conseguido, imaginad como os hará de feliz, pensad en el premio que os daréis …
  7. Daos la enhorabuena: Cuando alcancéis alguno de vuestros objetivos, valorad lo que vosotros (y sólo vosotros) habéis conseguido. Y sobre todo, recordad daros vuestra recompensa. ¿Cómo? Daos un premio justo después de conseguir vuestro propósito. Puede ir desde hacer algo que os guste mucho (ver una película, escuchar música, cocinar algo) a compraros algo que hacía mucho tiempo que deseabáis y que ahora tenéis una buena razón para comprar. Obtener algo positivo después de un esfuerzo, genera más ganas de volver a conseguirlo.
  8. No os culpéis: culparse es realmente negativo, y ¿como queréis avanzar así? Es normal tener días de todo. El ánimo y las fuerzas van arriba y abajo. Por ello, daos permiso para fallar un día, y dos … Si no lo conseguís hoy, no pasa nada. Mañana será otro día y, tal vez, descansar hoy, os permite conseguirlo mañana. Comenzad cada día con el objetivo a la vista y, tarde o temprano, ¡lo conseguiréis!
  9. No abandonéis vuestros propósitos: ya lo dicen «la cabra tira al monte» y si sois impacientes, la impaciencia siempre puede salir en un momento u otro. Vuestros propósitos siempre los deberéis ir trabajando, y si en algún momento ya os habéis propuesto el cambio y habéis hecho de manera consciente y con esfuerzo, sólo deberéis ir haciendo mantenimiento y recordar las pautas que os propusisteis para cambiarlo anteriormente, y rápidamente, ¡lo volveréis a coger!

Esperamos que estas estrategias os sean de utilidad y que consigáis todo lo que os proponéis. Si tenéis dudas, desde el equipo de PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudaros en este proceso.

Marta Farré

Núm. col·legiada 23.251

Seguro que todos vosotros os habréis encontrado alguna vez en esta situación. Tienéis algún tipo de dolor aparentemente físico (contracturas musculares, dolor de cabeza, digestiones pesadas, etc.) y acudís al médico. Tras haceros las pertinentes pruebas, os acaba diciendo que no tienéis nada y que el problema no es de base orgánica y que, por tanto, la única razón del síntoma debe ser el malestar psicológico (ansiedad, estrés, tristeza) que puedes estar experimentando.
A menudo cuando nos dicen eso nos quedamos de piedra. Pensamos «¿estoy yo realmente mal?«. Parece ser que sí, y como no paramos, ni nos habíamos dado cuenta.
Os animamos a ser conscientes de la conexión que existe entre vuestro cerebro y vuestro cuerpo. El cerebro y las ramificaciones sensoriales que se extienden por todo el cuerpo trabajan conjuntamente, transmitiendo el estado anímico del cerebro al resto del cuerpo. Por ejemplo, si estamos nerviosos porque tenemos una reunión importante, nos encontraremos moviendo las piernas sentados, encogiéndonos de hombros y tensando las cervicales, cruzando los brazos, presionando la mandíbula, comiendo más deprisa, etc. Mantener este estado de tensión constante, genera unas consecuencias. El cuerpo es como un aparato y si se sobrecalienta, empieza a fallar. Empezamos a sufrir somatizaciones. Por suerte, a menudo estos problemas son temporales y cuando los trabajamos, el síntoma desaparece. Pero si hacemos caso omiso a los avisos de nuestro cuerpo, al final, el síntoma se puede cronificar y convertirse en una enfermedad.
A continuación hablaremos de los síntomas más habituales y de las estrategias que podéis utilizar para evitar somatizar.
¿Cuáles son los síntomas más habituales?
  • Dolores físicos: contracturas musculares, dolor de cabeza, en la espalda, en las extremidades, en las articulaciones, presión en el pecho, dificultades respiratorias, taquicardias, etc.
  • Problemas intestinales: vómitos, diarreas, estreñimiento, digestiones pesadas, pérdida o aumento de peso, boca seca, mal aliento, etc.
  • Disfunción sexual: dolor al tener relaciones, disfunción eréctil, menstruaciones irregulares o dolorosas, etc.
  • Problemas psicológicos: apatía, incapacidad de disfrutar, tristeza, irritabilidad, dificultades de concentración, etc.

¿Y qué puedo hacer para revertir o minimizar los síntomas?

Os recomendamos las siguientes estrategias:

  • Conciencia de vuestro estado psicológico: es muy importante que os deis cuenta de cómo estáis cada cierto tiempo. Funcionamos de manera muy automática, y sin ser conscientes, podemos acumular meses y meses de estrés intenso. Os proponemos un ejercicio que consiste en preguntaros dos o tres veces al día y en diferentes momentos «¿como estoy?«. Si os encontráis en un estado que os genera malestar, deberéis reconducirlo hacía un estado de bienestar.
  • Tomad medidas para reducir el malestar: construir una rutina que sea realista nos puede ayudar mucho a no perder la noción de nuestro estado físico y psicológico. A menudo asumimos más cosas de las que podemos abarcar, por eso os proponemos: por un lado, que os hagáis un horario semanal en el que marquéis las horas de trabajo (¡no os paséis!), las responsabilidades personales (deberes, casa, hijos), y tiempo de ocio. Cada día necesitamos un rato de ocio (mínimo 30 minutos). Por otra parte, listad las cosas que necesitáis hacer, y proponeros una o dos cosas de la lista cada semana.
  • Relajación: buscad un momento para parar diariamente. En ese momento del día que más os ayude (mañana, mediodía, tarde o noche). Parad 10 minutos, centraos en la respiración, en las sensaciones corporales, en la gente que pasa, pero desconectad de los pensamientos negativos.
  • Actividades placenteras: Buscad hacer algo positivo para vosotros cada día (ir a tomar un café con alguien, pasear, escuchar música) y aprovechad los fines de semana para hacer algo más extraordinario (excursión, cine, comer o cenar fuera). Estos momentos positivos funcionarán como antídoto para reducir el peso del malestar.

Esperamos que estos consejos os ayuden a reducir los síntomas físicos caudados por vuestro malestar psicológico, y si creéis que os está costando más de lo normal, os animamos a poneros en contacto con nosotros y desde nuestro centro de psicología PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudarle.

Marta Farré

Núm. col·legiada 23.251

Hoy es el día mundial de la salud mental, y como profesional de este ámbito, me propongo hacerte ver la importancia de cuidar tu salud mental.

Desde siempre, todo el mundo ha hecho un gran «ohhh» cuando le he dicho que era psicóloga, y lo ha acompañado de un «es muy necesario, todos deberíamos ir alguna vez en su vida«. Yo habitualmente contesto «¡cierto!«, Pero aquí termina mi respuesta. Porque estoy segura que si continúo con la conversación y le pregunto porque no va él/ella, la respuesta más probable será «yo no estoy loco/loca» o los más considerados dirán «sí, debería ir, pero no encuentro el momento o qué me dirá que ya no sepa….«. Y es con estas respuestas cuando me entra la rabia y la frustración de pensar que hoy en día, el cuidado de nuestra salud mental no se ha normalizado, y que mi trabajo parece un servicio clandestino del que nadie quiere hablar y tan básico que todo el mundo lo sabe hacer.

Y yo me pregunto, si las personas vamos a infinidad de médicos (dentistas, ginecólogos, urólogos, digestólogos, fisioterapeutas, etc.) para hacer un tratamiento, e incluso en muchos casos para hacer una prevención de futuros problemas, ¿qué problema ha en hacer lo mismo con nuestra mente? Porque si hay una situación que nos altera generando ansiedad y emociones negativas, que nos genera dolores físicos, o que afecta a nuestro bienestar en general, ¿por qué no vamos a un/a psicólogo/a?

Si partimos de la base que nuestra mente es uno de los principales motores de nuestro cuerpo, ¿por que no lo llevamos a revisión de vez en cuando? Nuestra mente es el centro de operaciones del organismo, desde donde interpretamos lo que pasa en nuestro entorno, desde donde nacen nuestras emociones, y desde donde se envían señales al cuerpo para que este reaccione en consonancia. ¿No os parece suficientemente importante para tener un poco de cuidado?

A menudo pensamos que «ya me pasará» o «no es para tanto«, pero de la preocupación más pequeña puede terminar surgiendo un problema.

Soy consciente de que el problema de que pensemos así es muy de base, y aunque el sistema educativo se empiece a dar más importancia a nuestra salud mental, el camino que queda por recorrer es largo.

Hacer un trabajo psicológico, como mínimo uno en la vida, debería ser de obligado cumplimiento.

No nacemos enseñados y lo que hacemos es ir aprendiendo cómo podemos según lo que nos muestra nuestro entorno (padres, madres, hermanos, abuelos y abuelas, amigos, profesores/as, etc.), y según las vivencias que nos tocan vivir. Pero estaréis de acuerdo conmigo, que más de uno de estos modelos suspenderían un examen de inteligencia emocional, y que en más de una situación en la vida, su gestión ha sido nefasta. Así pues, ¿no os gustaría saber porque reaccionáis de esta manera y cambiarlo para que os deje de hacer daño? ¿Queréis esperar a pifiarla más? ¿a que te duela un poquito más? ¿y entonces con prisas esperar que un psicólogo/a haga magia y resuelva el problema en 10 visitas?

Os animo a reflexionar en vuestro estado actual, y preguntaros si:

  • ¿estáis agobiados o estresados?
  • ¿vuestra des/organización diaria os altera?
  • ¿tenéis pensamientos recurrentes que os preocupan?
  • ¿estáis tristes, desanimados, irritables?
  • ¿os apetecen menos las cosas que antes disfrutabais?
  • ¿os parece que lo tenéis todo pero no estáis contentos con la vida?
  • ¿no sabéis cómo sois ni por qué actuáis como lo hacéis?
  • ¡no tenéis una buena relación con los demás?
  • ¿tenéis dolores físicos  y no hay médico que lo resuelva o os dicen que es psicológico?

Pues si la respuesta a alguna de estas preguntas es Sí, tenéis un problema psicológico, y si no vais a un psicólogo/a, estáis cometiendo un gran error. Desde PsicoSalut Manresa, mis compañeros y yo, estaremos encantados de ayudarte. Te animamos a ponerte en contacto con nosotros y poner fin a tus problemas.

Marta Farré Armengol
Col. 23.251

Habitualmente, llegan a consulta casos que por motivos psicológicos, han hecho alguna visita a su médico de cabecera o psiquiatra y éste les ha recetado pastillas (para dormir, por estrés, por el estado de ánimo). Normalmente no es muy complicado, en una sola visita, con 10 minutos de entrevista, aflojan la receta con la medicación para unos cuantos meses y les emplazan a venir de nuevo a consulta en unas semanas a ver cómo les ha ido la medicación.

Y yo me pregunto, si vas al fisioterapeuta y te dice: «cómprate una crema antiinflamatoria y ven en unos días a ver cómo estás». ¿Saldríais contentos? Me imagino que la respuesta es: «No». Todo el mundo espera que ante un problema, los profesionales que le atienden solucionen el problema desde el origen, es decir, buscando entender por qué pasa (porque no duermes, estas angustiado o triste), sin conformarse con calmantes temporales.

Pues, ya os adelantamos que en el mundo de la psicología nos encontramos constantemente con errores de este tipo. Y es por ello, que hoy os queremos hablar del mejor tratamiento para los problemas psicológicos. 

¿Qué son los psicofármacos y como actúan a nivel cerebral? 

Los psicofármacos son sustancias químicas que actúan a nivel cerebral aumentando o disminuyendo el nivel de neurotransmisores (sustancias que se liberan cuando hay una sinapsis, es decir, un mensaje que se envía entre las redes neuronales de nuestro cerebro y que provoca una respuesta concreta en nuestro organismo).

Nuestro cerebro fabrica neurotransmisores de forma natural; experimentar emociones positivas y/o negativas modula la producción de estos aumentando o disminuyendo los niveles.

Al tomar medicación, la alteración de los neurotransmisores es artificial y temporal, es decir, cuando se toma una dosis del fármaco, éste se va liberando hasta que el efecto desaparece al cabo de unas horas. Motivo por el cual, cuando se recetan psicofármacos estos deben tomarse ininterrumpidamente durante meses, y si no hay ningún cambio en el ámbito psicológico, la pauta termina perpetuandose y provocando una cronificación del trastorno.

Así pues, ¿cuando es recomendable tomar psicofármacos?

Cada trastorno psicológico es un mundo, y se debe estudiar cada caso en particular. Algunos casos en los que es necesaria la pauta de psicofármacos son:

· Trastornos psicológicos graves/crónicos: esquizofrenia, bipolaridad, trastornos de personalidad graves, trastornos psicológicos endógenos (provocados por un desequilibrio genético en los neurotransmisores), etc.

· Casos psicológicos en los que el tratamiento psicológico no es suficientemente eficaz si no hay una combinación con psicofármacos.

Por lo tanto, la medicación es recomendable sólo en aquellos casos en los que la persona no responde a las pautas psicológicas y necesita de la ayuda farmacológica para iniciar la mejora, o aquellos casos en los que el funcionamiento cerebral se ve afectado por una enfermedad crónica y requerirán medicación de por vida.

¿Como se ha de abordar un trastorno psicológico?

Los trastornos psicológicos deben verse como desajustes que tienen una causa y que hay que tratar para que los síntomas derivados desaparezcan. Por ejemplo, los problemas de sueño o físicos (sin causa médica) no aparecen como arte de magia, sino que se deben a que probablemente la persona sufre estrés o hay algo que le preocupa, y por falta de recursos, acaba recurriendo a la medicación para dormir o para minimizar el dolor.

A través de una terapia psicológica la persona identifica el origen de su problema, los mecanismos de defensa que utiliza constantemente para huir, las repercusiones que todo ello tiene en su vida y en su cuerpo, y aprende estrategias para solucionar el problema desde el origen y gana herramientas para poder enfrentarse a ellos de nuevo cuando viva otro momento complicado.

Nadie puede esperar que, sin cambiar nada de su vida, su malestar desaparezca. Que no os engañen, las pastillas mágicas no existen. 

Esperamos haberos ayudado a clarificar la diferencia entre terapia y farmacología. Y si crees que estas tomando medicación y no estas seguro o crees que te hace falta un apoyo psicológico complementario para mejorar, te animamos a ponerte en contacto con nosotros y desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudarte.

Marta Farré Armengol
Col. 23.251