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Septimbre suele ir acompañado de momentos de reflexión, cambios, estrés, incerteza y nervios, entre otras muchas cosas. Para muchas personas significa, incluso, el inicio de un año nuevo, ya que es la época de vuelta a la rutina, de emprender nuevos proyectos, de tomar decisiones, delimitar nuevos objetivos, etc. Por este motivo, el nivel de energía que gastamos durante estos días suele ser más alto que el habitual, hecho que convierte esta época del año en un reto en muchos sentidos. Reto ligado a altos niveles de exigencia que pueden llevarnos a un desgaste emocional y físico, y es que, volver a la rutina se puede convertir, en muchas ocasiones, en algo duro y difícil.

Tenemos que tener en cuenta que esta época del año afectará de manera diferente a cada persona, ya que dependerá de las circunstancias y características personales de cada uno. Si que es cierto, pero, que setiembre puede ser un mes de sentimientos encontrados ya que, por un lado, podemos sentirnos tristes y nostálgicos por acabar las vacaciones, saturados por las exigencias del día a día, ansiosos y preocupados, irritables, apáticos, etc. Pero, por otro lado, también podemos sentirnos ilusionados por los nuevos proyectos, motivados, felices o enérgicos y alegres por lo que se aproxima. Este cúmulo de sentimientos y emociones no deja de ser algo difícil de manejar ya que en muchas ocasiones puede ser muy agotador. Con la finalidad de haceros más fácil y amena la vuelta a la rutina, hemos querido compartir con vosotros algunas pautas que explicaremos a continuación.

  • Reorganización de las dinámicas en casa

Antes de volver de lleno a la rutina, sería recomendable poder organizar las pautas y dinámicas. Para hacerlo, podemos desglosar las tareas en pequeñas partes y marcar unos horarios realistas para realizar las actividades y obligaciones. Si vivimos con alguien, podemos hacer el repartimiento de las tareas de casa junto con unos horarios para hacerlas.

  • La importancia de los objetivos

Está muy bien marcarnos nuevos objetivos y/o reorganizar los antiguos para estar motivados con la vuelta de las vacaciones, pero, ¿realmente nos estamos marcando unos objetivos adecuados? Será importante hacer un planteamiento realista y factible de nuestros nuevos propósitos, sino acabará siento contraproducente porque nos frustraremos por no poder asumir todo lo que nos habíamos propuesto inicialmente. Por lo tanto, nuestros objetivos deberán ser concretos, realistas y realizables. Para que cumplan con estas características, deberán de:

    • Estar delimitados por nosotros mismos y en función de nuestras necesidades, gustos e intereses (evitar marcarnos objetivos no sinceros con nosotros mismos o impuestos directa o indirectamente por las necesidades y gustos de las personas de nuestro alrededor), de este modo, nos aseguraremos la motivación necesaria para lograrlos y una actitud positiva mientras lo hacemos.
    • Concretar el máximo posible nuestros objetivos, siendo realistas con nuestra situación personal y con lo que encaja con nuestros horarios y obligaciones. No es lo mismo decir “empezaré a hacer deporte” que decir “mañana me apuntaré al gimnasio X e iré los martes y jueves a entrenar” o “me gustaría hacer inglés” que “haré ingles en X academia los lunes por la mañana”.
    • Plantearnos un objetivo final y desglosarlo en pequeños objetivos (por ejemplo, si el objetivo final es ganar resistencia y conseguir correr 20km de aquí a dos meses, los objetivos pequeños pueden ser correr 5 km cada tres días durante las primeras dos semanas, 10km durante las dos siguientes y así sucesivamente).

 

  • Aprender a priorizar y controlar la implicación:

Será muy importante aprender a priorizar nuestro bienestar, siendo selectivos con aquellas cosas que nos hacen bien y sinceros con los ritmos que podemos seguir. Cuando entramos dentro de la dinámica diaria ponemos el ‘piloto automático’ que en muchas ocasiones nos hace adoptar un ritmo de vida perjudicial para nuestra salud en general. Cuando vamos en ‘automático’ ni siquiera nos planteamos las consecuencias negativas de nuestra rutina ya que actuamos casi por inercia, por lo tanto, será importante no dar por hecho las cosas y aprender a priorizar nuestra salud a la vez que priorizamos planes y objetivos con preguntas como: “¿Realmente esto es tan importante como para tener que hacerlo hoy?, ¿me hace bien saturarme los días con tantas actividades o cosas que hacer?, ¿estoy disfrutando de mi día a día?, ¿qué consecuencias tendré a largo plazo con el ritmo que llevo?”.

Lo mismo sucede con el grado de implicación en los nuevos proyectos y/o dinámicas, será importante aprender a marcar unos límites en cuanto a la implicación empleada identificando hasta dónde es sano para nosotros y a partir de qué momento el nivel de implicación empieza a ser un problema.

  • Hábitos saludables y autocuidado:

Mantener o instaurar hábitos saludables en nuestra vida tendrá una repercusión directa en nuestra salud mental. Durante las vacaciones, solemos abandonar algunos hábitos que teníamos previamente (nos alimentamos peor, cambiamos los horarios de sueño, dejamos de lado la actividad física…) pero será importante recuperarlos de nuevo. Hacer algún tipo de deporte o actividad física, mantener una dieta sana y equilibrada o recuperar nuestras rutinas de sueño son algunos de los hábitos que nos serán beneficiosos.

El autocuidado será otro aspecto clave para nuestro bienestar y para hacernos más amena la vuelta a la rutina, ¡¡no te olvides de ti!! Tenemos que intentar realizar actividades gratificantes o crear espacios para nosotros mismos, evitando focalizar toda la energía únicamente en las obligaciones y exigencias de la vuelta a la rutina. ¡¡Tenemos que permitirnos estos momentos para nosotros!!

  • Mantener aspectos positivos de las vacaciones:

Parece que las cosas que pasan en las vacaciones solo pueden pasar durante las vacaciones, o incluso que la actitud y estado de animo que tenemos durante estos periodos de tiempo solo pueden suceder en esos días concretos, pero, ¿y si intentamos trasladar aquellos aspectos positivos de las vacaciones a nuestra rutina? Os animo a hacer una reflexión sobre: ¿Cuál de aquellas cosas, planes, situaciones, dinámicas, hábitos… que realizabais durante las vacaciones sientes que te hacían bien y puedes replicar e instaurar, dentro de lo posible, en tu rutina diaria? Seguro que si nos paramos a pensar podemos intentar trasladar a nuestra rutina algunos detalles que nos hacían el día más fácil durante nuestras vacaciones.

Por último, no debemos de olvidar que volver a la rutina después de un periodo de descanso supone responder a un gran número de demandas, por lo tanto, es habitual sentirnos estresados. Tenemos que aceptar y normalizar todas estas emociones, sin castigarnos a nosotros mismos por sentirnos saturados, no olvidemos que es un proceso de muchos cambios y más concretamente este año, que llevamos meses con situaciones únicas y especiales que han supuesto un reto para todos nosotros. Por lo tanto, ¡seamos compasivos y amables con nosotros mismos! Es muy importante el lenguaje con el que nos hablamos, aceptemos que no somos maquinas y no podemos con todo, podemos hacernos nuestro día a día más fácil tomando las decisiones correctas y con una actitud positiva ante las cosas que van pasando a nuestro alrededor. ¿Te animas a intentarlo?.

Desde PsicoSalut Manresa esperamos que os ayuden estas pautas a tener una feliz vuelta a la rutina, y estaremos encantados de ayudaros si os estáis encontrando con complicaciones.

Col. Núm. 27.793

Este confinamiento o situación excepcional está sobrepasando a muchas madres, padres y familias que se sienten desbordados. Esta sensación que puede pasar con la pareja, el trabajo, el teletrabajo, los hijos … puede ser una respuesta a la sobrecarga física y mental-psicológica a diferentes situaciones: tener que repetir decenas de veces lo mismo, pasarse el día recogiendo detrás de los niños como si hubiera pasado un huracán o haber oído la palabra «mamá» y «papá» 10.000 veces, y terminar el día agotadas y agotados con la sensación de no haber avanzado. 

Esta sobrecarga puede provocarnos angustia, agotamiento, desesperanza, soledad, miedo a no saber cómo afrontar el regreso al trabajo, el retorno de los niños a la escuela o si no van … incomprensión, y sentimos que «no puedo más». Es posible que este «no puedo más» suponga que acabemos perdiendo la paciencia y en algunos momentos desbordandonos con enfado, gritos, llantos … y después sentirnos culpables por haber reaccionado así.

Si os ha pasado o sentís que no podéis más, antes que nada deciros que es absolutamente natural, porque detrás del rol de madres y padres hay una persona; una persona que se puede equivocar, que se puede enfadar, que puede gritar e incluso que se puede cerrar en el baño cuando «ya no puede más».

Pero podemos probar recursos para intentar cambiar esta situación:

  1. Coeducación: las madres y los padres son igual de importantes y responsables de la educación y cuidado de los hijos.
  2. Rebajar la exigencia: no es necesario que tengamos la casa limpia siempre, que seamos todo el tiempo productivos, que tengamos todos los días planificados y llenos de actividades …. no hay que sentirse mal (culpables y angustiados) por no parecernos a las maternidades y paternidades de las redes sociales, porque son la fotografía de un instante, no el reflejo de la realidad.
  3. Promover actividades y juegos que los niños puedan llevar a cabo de forma autónoma: Que nos tengan disponibles pero que no nos necesiten para realizar esta actividad.
  4. Colaborar: todos, a prácticamente cualquier edad, podemos tener alguna responsabilidad en casa. Al final del post encontraréis una parrilla con diferentes responsabilidades que pueden asumir los niños, clasificadas por edades según pedagogía Montessori.
  5. Tener un espacio, un momento, una «ventana» en la que os podáis expresar como os sentís. Esta expresión debe ser válida para niños, jóvenes y adultos.
  6. Cuidarnos, pedir ayuda, no intentar llegar donde no podemos llegar … Porque si nosotros estamos irritados, enfadados, estresados … es imposible que los niños estén tranquilos y relajados. Intentar que ellos estén calmados y bien estando nosotros angustiados, es como decir «NO ME hables gritando!» y pretender que te contesten en un tono de voz correcto. No funciona ¿verdad? Somos sus modelos, y deberíamos ser modelos de calma.

Colaborar en las responsabilidades:

2 y 3 años Guardar sus juguetes y cuentos Ayudar a poner la mesa (ej. Vajilla que no se pueda romper si cae) Coger pañales y toallitas
4 y 5 años Hacerse la cama Poner la ropa en la cesta de la ropa sucia Regar plantas y / o dar de comer a animales de compañía
6 y 7 años Emparejar calcetines limpios Ayudar con el lavavajillas Ayudar a cocinar
8 y 9 años Poner y quitar la mesa Sacar a pasear el perro / a  Ayudar a poner la lavadora
10 y 11 años  Ayudar con la limpieza del hogar Cocinar algún plato fácil
12 años y más Ayudar en el cuidado de los hermanos Ir a comprar al pueblo con una lista Responsabilizarse de algún aspecto de la limpieza (ej. aspirar las habitaciones).

Probadlo, y si tenéis algun comentario, consultadnoslo; estaremos encantados de recibir preguntas y propuestas. Deseamos que la información que hemos compartido con vosotros y los ejercicios propuestos os ayuden a mejorar vuestro bienestar y el de la família y desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudaros. 

Tania Saez

Núm. col·legiada 25.631

Seguramente has escuchado hablar del Mindfulness, o como mínimo te sonará la palabra. Esta práctica se ha extendido ampliamente durante los últimos años, y cada vez son más las personas que la incluyen en su rutina diaria.

El Mindfulness está basado en la meditación budista, una tradición que cuenta con más de 2500 años de historia. Etimológicamente, el término Mindfulness es la traducción inglesa de la palabra “Sati” del lenguaje Pali, que se refiere al presente, la atención y la conciencia. En castellano, podríamos traducir el término Mindfulness a: conciencia plena o atención plena. Esta técnica pretende fomentar la atención en los estímulos internos y externos del momento presente, con una actitud de aceptación, curiosidad y sin juicios.

El precursor de esta técnica es el profesor de medicina Jon Kabat-Zinn, quién hizo una adaptación de la meditación budista, excluyendo los componentes religiosos, y propició su expansión por el mundo occidental. Este llevaba más de una década practicando la meditación, cuando el 1979 decidió realizar una investigación en un contexto clínico en la Universidad de Massachusetts para documentar los efectos de la práctica, a través de un programa de 8 semanas de duración denominado: Mindfulness Based Stress Reduction (reducción del estrés basada en la atención plena), que iba dirigido a personas que sufrían de estrés y síntomas somáticos. Se obtuvieron muy buenos resultados, y en 1982 se publicó el primer artículo científico donde se demostraba la efectividad de la práctica. A partir de este momento, el Mindfulness fue ganando reconocimiento y se expandió progresivamente, propiciando así nuevas investigaciones que han permitido corroborar los diferentes beneficios que aporta.

¿Cuáles son los beneficios del Mindfulness?

La atención plena nos ayuda a conectar con nuestro yo interior, permitiéndonos entrar en contacto con las emociones, actitudes y pensamientos, y reaccionar así de forma más consciente a las circunstancias de nuestro día a día. Son numerosos los estudios que corroboran esta afirmación, y en este artículo querríamos destacar algunos de los hallazgos más relevantes:

  • Meditar cambia literalmente nuestro cerebro

Un estudio publicado por la revista Psychiatry Research Neuroimaging, demuestra que las personas que practican Mindfulness 30 minutos en el día durante 8 semanas, ganan densidad de sustancia gris en el hipocampo, estructura relacionada con la memoria, el aprendizaje, el dolor y las emociones. (Hölzel et al. 2011)

  • Reduce el estrés y la ansiedad

Se ha comprobado que la práctica permite disminuir los niveles de Cortisol, la hormona del estrés (Hoffman et al. 2010), reduce la rumiación del pensamiento y los estados afectivos negativos (Chambers et al. 2008) y ayuda a gestionar mejor la ansiedad y los síntomas físicos asociados (Farb et al. 2010).

  • Disminuye el riesgo de depresión

Según un estudio de la Universidad de Lovaina, enseñar a adolescentes a practicar la atención plena a través de un programa escolar, permitió que estos experimentaran menos síntomas depresivos (Raes et al. 2013). Una investigación llevada a cabo por la universidad de Michigan con mujeres con riesgo psiquiátrico, sostiene que la práctica del Yoga Mindfulness puede aportar sensaciones positivas y de control en las futuras mamás, y prevenir así los síntomas de la depresión (Muzik et al. 2012).

  • Mejora la concentración y la memoria de trabajo

Uno de los beneficios más lógicos que nos aporta el Mindfulness es una mejora en la capacidad de focalizar nuestra atención y la concentración. Un estudio de Moore y Malionski del 2009, concluyó que la práctica de la atención plena promueve la flexibilidad cognitiva y facilita el funcionamiento atencional, además de facilitarnos ignorar los estímulos distractores. También se llevó a cabo un estudio con un grupo de militares, que después de participar en un programa de 8 semanas, obtuvieron mejoras en su memoria de trabajo en comparación con aquellos compañeros que no participaron (Jha et al. 2010).

  • Facilita el sueño

Diferentes estudios nos muestran que aquellos quienes meditan con regularidad, muestran una activación cortical menor durante la noche, cosa que facilita el descanso nocturno. Un estudio de Carlson y Garland de 2005 con pacientes de cáncer, demostró que después de participar en un programa basado Mindfulness, los participantes reportaron mejor calidad del sueño. Otra investigación relevante al respeto, es la de Black et al. (2015), que argumenta que aquellas personas con insomnio que utilizan prácticas basadas en atención plena, obtienen mejores resultados que las que solo han formado parte de un programa educativo sobre higiene del sueño.

  • Potencia la inteligencia emocional

El elemento de autoconocimiento que nos aporta esta técnica, nos permite abrirnos a las emociones y hacer un proceso de introspección saludable, generando así una mayor autoconciencia. El Mindfulness también pone mucho énfasis en la autocompasión, una actitud muy valiosa por nuestro crecimiento emocional. Un estudio de la universidad de Toronto, nos muestra que las personas que lo practican con frecuencia, tienen más facilidad para gestionar las emociones (Ortner et al. 2007). En cuanto a procesos neurológicos, se ha observado que quién medita, necesita menos recursos biológicos para atenuar la activación emocional (Lutz et al. 2014).

Ejercicio de iniciación al Mindfulness

Conocer los orígenes y los beneficios del Mindfulness está muy bien, pero si te gustaría experimentarlo directamente, es hora de ponerlo en práctica. Te proponemos un ejercicio de introducción al Mindfulness muy simple:

  1. Dirígete en una habitación donde dispongas de una silla y puedas estar a solas durante unos instantes. Coge tu móvil, ponlo en modo avión y prepara la alarma porque suene al cabo de 5 minutos.
  2. Cierra los ojos y haz 3 respiraciones profundas. Una vez hecho esto, tienes que focalizar tu atención en los sonidos que te rodean. Incluso en el supuesto de que no haya ningún ruido proveniente del exterior, si escuchas con atención, encontrarás sonidos de los cuales quizás no eras consciente. Esta tarea será la que tendrás que llevar a cabo durante 5 minutos.
  3. Mientras haces esfuerzos para mantener tu atención focalizada, irán apareciendo pensamientos de forma automática. Cuando esto pase, no te frustres, no se trata de eliminarlos (¡esto de dejar la mente en blanco es un mito!), simplemente observa estos pensamientos durante unos instantes, no te dejes llevar por estos y vuelve a redirigir tu atención hacia los sonidos que te rodean. Repítelo las veces que haga falta durante estos 5 minutos, con paciencia.
  4. Una vez suene la alarma, abre los ojos lentamente y dedica unos instantes a la experiencia. ¿Cómo te has sentido?

Esperamos que te haya gustado el artículo y que hayas podido hacer un primer contacto con lo Mindfulness. Si quieres conocer más sobre esta técnica o tienes cualquier duda al respecto, desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de ayudarte.

Oriol Carbonell

Número de Colegiado 26.324

Referencias:

Black, D. S., O’Reilly, G. A., Olmstead, R., Breen, E. C., & Irwin, M. R. (2015). Mindfulness Meditation and Improvement in Sleep Quality and Daytime Impairment Among Older Adults With Sleep Disturbances. JAMA Internal Medicine, 175(4), 494. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2014.8081

Carlson, L. E., & Garland, S. N. (2005). Impact of mindfulness-based stress reduction (MBSR) on sleep, mood, stress and fatigue symptoms in cancer outpatients. International Journal of Behavioral Medicine, 12(4), 278–285. https://doi.org/10.1207/s15327558ijbm1204_9

Chambers, R., Lo, B. C. Y., & Allen, N. B. (2007). The Impact of Intensive Mindfulness Training on Attentional Control, Cognitive Style, and Affect. Cognitive Therapy and Research, 32(3), 303–322. https://doi.org/10.1007/s10608-007-9119-0

Farb, N. A. S., Anderson, A. K., Mayberg, H., Bean, J., McKeon, D., & Segal, Z. V. (2010). Minding one’s emotions: Mindfulness training alters the neural expression of sadness. Emotion, 10(1), 25–33. https://doi.org/10.1037/a0017151

Hoffman, C. J., Ersser, S. J., Hopkinson, J. B., Nicholls, P. G., Harrington, J. E., & Thomas, P. W. (2012). Effectiveness of Mindfulness-Based Stress Reduction in Mood, Breast- and Endocrine-Related Quality of Life, and Well-Being in Stage 0 to III Breast Cancer: A Randomized, Controlled Trial. Journal of Clinical Oncology, 30(12), 1335–1342. https://doi.org/10.1200/jco.2010.34.0331

Hölzel, B. K., Carmody, J., Vangel, M., Congleton, C., Yerramsetti, S. M., Gard, T., & Lazar, S. W. (2011). Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Research: Neuroimaging, 191(1), 36–43. https://doi.org/10.1016/j.pscychresns.2010.08.006

Jha, A. P., Stanley, E. A., Kiyonaga, A., Wong, L., & Gelfand, L. (2010). Examining the protective effects of mindfulness training on working memory capacity and affective experience. Emotion, 10(1), 54–64. https://doi.org/10.1037/a0018438

Lutz, J., Herwig, U., Opialla, S., Hittmeyer, A., Jäncke, L., Rufer, M., … Brühl, A. B. (2013). Mindfulness and emotion regulation—an fMRI study. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 9(6), 776–785. https://doi.org/10.1093/scan/nst043

Moore, A., & Malinowski, P. (2009). Meditation, mindfulness and cognitive flexibility. Consciousness and Cognition, 18(1), 176–186. https://doi.org/10.1016/j.concog.2008.12.008

Muzik, M., Hamilton, S. E., Lisa Rosenblum, K., Waxler, E., & Hadi, Z. (2012). Mindfulness yoga during pregnancy for psychiatrically at-risk women: Preliminary results from a pilot feasibility study. Complementary Therapies in Clinical Practice, 18(4), 235–240. https://doi.org/10.1016/j.ctcp.2012.06.006

Ortner, C. N. M., Kilner, S. J., & Zelazo, P. D. (2007). Mindfulness meditation and reduced emotional interference on a cognitive task. Motivation and Emotion, 31(4), 271–283. https://doi.org/10.1007/s11031-007-9076-7

Raes, F., Griffith, J. W., Van der Gucht, K., & Williams, J. M. G. (2013). School-Based Prevention and Reduction of Depression in Adolescents: a Cluster-Randomized Controlled Trial of a Mindfulness Group Program. Mindfulness, 5(5), 477–486. https://doi.org/10.1007/s12671-013-0202-1

 

Bienvenidas y bienvenidos una semana más al blog de PsicoSalut Manresa.

En esta entrada hablaremos sobre algunas recomendaciones para acompañar las niñas y los niños en la vivencia del miedo que pueden sentir por el retorno a la normalidad después de la crisis del covid-19.

El miedo es una emoción que podemos sentir en cualquier momento de nuestra vida, pero la vivencia y gestión de esta requiere más acompañamiento cuando somos pequeños y estamos aprendiendo habilidades como el conocimiento de las emociones y la regulación de estas.

El miedo en sí es una emoción que, a pesar de que nos genera malestar, es muy valiosa; puesto que es la emoción que nos paraliza ante un posible peligro. Pero, ¿y si este posible peligro no es real o lo tenemos que afrontar?

Estos días de retorno progresivo a la normalidad, puede aparecer miedo a salir a la calle por ser contagiados, caer enfermos… porque es el miedo que los niños han ido escuchando y viviendo durante las últimas semanas, miedo a que los padres salgan de casa a trabajar, miedo a ir a pasear… ¿que podemos hacer para acompañarlos?

1. Primero, aceptar y validar su miedo, ya que es totalmente natural dada la situación que estamos viviendo, y podemos explicar que este miedo tiene una gran función: protegernos. Pero, para protegernos, también tenemos otros métodos como el uso de mascarillas, de guantes, no ir a los parques, no acercarnos a menos de 2 metros a otras personas, etc. y por lo tanto, la prevención y protección la podemos tener a pesar de salir de casa.

2. También podemos mostrarles modelos, es decir, otras personas que hacen aquello que nosotros queremos conseguir. Un gran ejemplo sería mostrar otros niños que salen, otras personas adultas que van con niños protegidos… sin compararlos con estas personas; es decir, intentamos evitar frases como “¡ves, aquel/a niño/a no tiene miedo!” puesto que estariamos despreciando y trivializando sus emociones y vivencias, y esto generará más malestar y una mala gestión (represión) de sus emociones.

3. Por último, es recomendable ofrecer y negociar, del tal forma que sea el niño quien se vea capaz de llevar el paso de afrontar su miedo. Es cierto que hasta los 7 o 8 años, somos los adultos los que tenemos la responsabilidad de tomar las mejores decisiones para nuestros hijos e hijas, teniendo en cuenta que somos los capacitados para tomar las decisiones correctas. Pero puede ser muy positivo hacerlos partícipes de estas con, por ejemplo, ofrecerles acompañar el padre o la madre a comprar unos minutos en vez de obligarlos a salir durante la hora de paseo.

Finalmente y para complementar estas recomendaciones, os queremos presentar una pequeña técnica de respiración que nos ayuda a rebajar ciertos niveles de angustia o desazón.

  1. En una hoja o en nuestra imaginación, dibujamos el símbolo del infinito con dos puntos, uno a cada lado.
  2. Con el dedo (si tenemos un dibujo) o imaginandolo, cogemos aire desde el punto izquierdo de nuestro infinito y hasta el punto derecho.
  3. Soltamos el aire desde el punto derecho del infinito y acabando de repasar la figura hasta el punto izquierdo.
  4. Este dibujo con la respiración se va repitiendo de forma cada vez más lenta y pausada, siendo más consciente de nuestra respiración.
  5. El objetivo es acabar resiguiendo nuestro infinito entre 6 y 10 segundos; es decir, entre 3 y 5 segundos cogiendo aire, y 3 y 5 segundos para soltarlo.

Esta práctica nos ayuda a ser más conscientes y a rebajar nuestra respiración para generar calma y bienestar.

Esperamos que la información que hemos compartido con vosotros y los ejercicios propuestos os ayuden a abordar los miedos de los más pequeños y desde PsicoSalut Manresa estaremos encantados de poderos ayudar.

Tania Saez

Núm. colegiada 25.631